
Los objetos más importantes de la cultura clásica de Veracruz son las hachas, yugos y palmas, todos ellos realizados en piedra. Aunque se asocian con el juego de pelota, la función precisa de esos instrumentos ha sido objeto de grandes controversias. Sin embargo, la mayoría de los expertos creen que les eran concedidos a los mejores jugadores, que no los utilizaban durante el juego sino en celebraciones y procesiones ceremoniales. Las hachas también podrían haberse utilizado para delimitar las zonas del juego. Destacan asimismo las figuras de barro que representan a los jugadores ataviados con todos sus atributos, desde los complicados peinados, las faldas con símbolos distintivos y gruesos cinturones, hasta el calzado y todos los accesorios como rodilleras, coderas y elementos necesarios para practicar el deporte sagrado del juego de pelota.
Existe también una amplia producción de figurillas de barro de gran calidad, especialmente en la región de Remojadas, famosa por sus estatuillas de rostro amplio y sonriente conocidas como ‘caritas sonrientes’. Las figurillas huecas, de gran realismo, producidas en su totalidad o en parte utilizando moldes, se cuentan entre las esculturas de barro a gran escala más significativas del periodo precolombino. Los rasgos y los detalles ornamentales de las llamadas ‘caritas sonrientes’ se caracterizan por estar resaltados con la aplicación de chapopote (asfalto) después de la cocción.
Probablemente por estar ubicada en las rutas comerciales y entre otras culturas mexicanas, la clásica de Veracruz era una cultura ecléctica. Su arte y arquitectura, especialmente los de Cerro de Las Mesas, denotan influencias olmeca, de Teotihuacán, zapoteca y maya.